Los
procesos de innovación respecto a la utilización de las TIC en la docencia
suelen partir, la mayoría de las veces, de las disponibilidades y soluciones
tecnológicas existentes. Sin embargo, una equilibrada visión del fenómeno
debería llevarnos a la integración de las innovaciones tecnológicas en el
contexto de la tradición de nuestras instituciones. No podemos olvidar la idiosincrasia
de cada una de las instituciones al integrar las TIC en los procesos de la
enseñanza superior, tampoco que la dinámica de la sociedad puede dejarnos al
margen.
Se
hace imprescindible partir de un análisis del contexto donde la innovación se
ha de integrar, ya sea desde el punto de vista geográfico (la distribución de
la población, la ruptura del territorio en islas como es nuestro caso, las
condiciones socio-laborales en las que nuestros posibles alumnos se
desenvuelven,...) pedagógico (nuevos roles de profesor y alumno, mayor abanico
de medios de aprendizaje, cambios en las estrategias didácticas,…), tecnológico
(disponibilidad tecnológica de la institución y de los usuarios, etc.) o
institucional. Debemos tener presente que como cualquier innovación educativa
estamos ante un proceso multidimensionado: en él intervienen factores políticos,
económicos, ideológicos, culturales y psicológicos, afecta diferentes niveles
contextuales, desde el nivel del aula hasta el del grupo de universidades. El
éxito o fracaso de las innovaciones educativas depende, en gran parte, de la
forma en que los diferentes actores educativos interpretan, redefinen, filtran
y dan forma a los cambios propuestos.
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